Cuando pensamos en un tratamiento psicopedagógico, no sólo consideramos el desarrollo de las funciones intelectuales, sino también un aspecto esencial: el deseo de aprender.
Al evaluar a un niño o adolescente, buscamos conocer no sólo sus logros y dificultades, sino también sus fortalezas, intereses y motivaciones. Esto nos permite trabajar desde sus posibilidades reales y acompañar su proceso respetando su singularidad.
Muchas veces, nos encontramos con niños que presentan dificultades en funciones cognitivas como la atención o la memoria. Sin embargo, cuando hay un deseo genuino por aprender, ese impulso puede marcar una gran diferencia. El acompañamiento adecuado puede potenciar ese deseo y favorecer avances significativos, incluso más allá de los estándares que establece la edad cronológica.
En nuestro enfoque psicopedagógico, valoramos cada pequeño paso, entendiendo que el crecimiento integral es más importante que la comparación con parámetros externos.
Cuando un niño coloca su energía en un objeto de conocimiento, es porque alguien en su entorno ha logrado transmitirle que aprender puede ser placentero, interesante y posible.
En los casos donde ese deseo no está presente —ya sea por frustraciones previas, inseguridades o experiencias poco favorables—, el tratamiento psicopedagógico tiene como principal objetivo despertar y sostener esa motivación. La relación con el terapeuta, el tipo de actividades propuestas y el trabajo conjunto con la familia y la escuela son claves en ese proceso.
La admisión comienza con una entrevista inicial con una de las coordinadoras del equipo. En este primer encuentro, se busca comprender el motivo de consulta, las características del niño/a o adolescente, su recorrido terapéutico y educativo, y se analizan los informes previos si los hubiera. También se tiene en cuenta el contexto familiar y escolar.
Luego, el caso es analizado en equipo, para diseñar una propuesta terapéutica ajustada a cada necesidad. En la devolución a la familia, se comparten las estrategias sugeridas, las disciplinas que se consideran necesarias, y cualquier otro tipo de apoyo que se pueda requerir.
Si la familia está de acuerdo, se coordinan los horarios disponibles, y desde Kudén acompañamos en la organización y presentación del esquema terapéutico a la obra social, facilitando los pasos administrativos para iniciar el tratamiento.
En Kudén, entendemos que aprender no es solo una función del pensamiento, sino un acto profundamente subjetivo. Cuando acompañamos ese deseo, habilitamos el crecimiento, la creatividad y la construcción de caminos posibles para cada niño o adolescente. Porque creemos en una intervención que no solo enseñe contenidos, sino que también abra puertas hacia el deseo, el vínculo y la posibilidad.
Nuestro equipo interdisciplinario está disponible para acompañarte en el desarrollo de tus hijos.
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