Poner límites es un aspecto fundamental en la crianza de los niños y adolescentes. No se trata de ser inflexible o autoritario, sino de enseñarles las pautas necesarias para adquirir independencia y autonomía en diferentes momentos de su desarrollo.
Al establecer límites claros y consistentes, les estamos ayudando a encontrar las herramientas necesarias para enfrentar las dificultades, tomar decisiones y cuidarse a sí mismos.
Es esencial entender que los niños pequeños están atravesados por sus propios desbordes pulsionales y no saben decodificar sus emociones. Presentan estallidos o "berrinches" producto de no contar con los instrumentos para manejar sus emociones.
En estos momentos, es fundamental ser firme pero transmitirles que son amados y protegidos.
"Los límites no son muros que separan, sino puentes que conectan a los niños con la seguridad y el amor que necesitan para crecer."
No hay recetas ni fórmulas mágicas para poner límites. Cada niño y su familia son únicos, y es importante tener en cuenta muchos factores al establecer límites. Los niños no aprenden solo a partir de lo que se les dice o las acciones directas, sino que hay una identificación necesaria con los padres o adultos referentes.
Poner límites es un acto de cuidado y enseñanza que requiere empatía, afecto y consistencia. Al establecer límites claros y respetuosos, estamos ayudando a nuestros hijos a crecer y desarrollarse de manera saludable y autónoma.
Es fundamental recordar que cada niño y su familia son únicos, y que la clave para poner límites efectivos es encontrar un equilibrio entre la firmeza, el afecto y la empatía.
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